Un templo diferente en Chosica

La mayoría de las personas conoce al distrito de Chosica por su gran cantidad de clubs campestres y por su estupendo clima. Pero son pocos los que saben que, aparte de ello, existe un lugar lleno de misticismo donde la energía, propia del sitio, nos rodea hasta lograr penetrarnos y nos vuelve partícipes de sus rituales. El templo del entendimiento para la conciencia de Krishna es un portal para que nuestro espíritu encuentre la armonía con el universo.

Introducción
Para continuar es imprescindible saber que Krishna (el Dios más venerado de la India) es la octava y más importante reencarnación de Vishnú, y gracias a Śrīla Prabhupāda, que fue un maestro espiritual con mucho conocimiento védico, es conocido en todo el mundo. Esto desde que Prabhupāda fundó en 1966 la Sociedad Internacional para la Conciencia de Krishna (ISKCON), que es la responsable de la construcción de todos los templos en el mundo, incluyendo el de Chosica.
Conociendo el templo
Luego de transportarme 40 Km. desde Lima llego al lugar y no hace falta preguntar donde queda el templo: este resalta a simple vista. Es de color melón y tiene una estructura muy peculiar propia del hinduismo. Su techo termina en tres cúpulas. Un devoto, bautizado con el nombre de Govinda, explica que ello se debe a las tres deidades que se encuentran debajo y que justamente ese día se celebra el advenimiento de una de ellas: el Señor Chaitanya Mahaprabhu.

Govinda se ofrece a guiarme un rato más en el templo. Tiene el pelo rapado como la mayoría, pero no viste el traje característico de los Krishna que es el Dhoti. Ha venido con su familia y a pesar de ello se toma un tiempo para responder algunas de mis preguntas. Me cuenta que el templo fue inaugurado en 1990 luego de ocho años de búsqueda de un lugar propicio para alojar a las deidades de Radha y Krishna.

Desde que uno entra al templo se puede percibir mucha tranquilidad. Todas las personas son muy amables y te saludan con una reverencia. El templo de Krishna cuenta con un jardín que tiene un hermoso estanque. Ahí se pueden ver peces y unas llamativas flores que flotan en el agua. “Se llama flor de loto”, responde Govinda ante mi mirada curiosa.

Cerca al jardín hay un restaurante que ofrece una gran variedad de platos, entre ellos anticuchos, estofado y hasta ceviche. Pero hay que aclarar que todo esta preparado con carne de soya, ya que los devotos de Krishna son vegetarianos. Muy cerca de la cocina también hay una boutique que ofrece todo lo relacionado a la cultura hindú.

Danzando bajo la luna llena
Luego de recorrer cada uno de los rincones del templo y contemplar algunas de las pinturas en las paredes llegue al espacio más importante: la sala de veneración. Los devotos del lugar me cuentan que ahí se celebrará la fiesta del señor Chaitanya. Para entrar hay que sacarse los zapatos. Estamos en un lugar sumamente sagrado.

Cuando me dispongo a entrar no puedo dejar de ver las imponentes estatuas de guerreros que resguardan la entrada. Mis ojos no cesan de sorprenderse. Todo el techo del lugar esta pintado con un cielo que tiene rostros vigilantes. A mi derecha puedo percibir a un personaje conocido. Por un momento pienso que tiene vida, pero no. Se trata de una representación en tamaño real de Śrīla Prabhupāda descansando en posición de loto. Estoy totalmente distraído y cuando vuelvo a notar la realidad me doy cuenta que toda la sala esta llena de devotos y personas ajenas, como yo, que van a empezar el ritual.

La ceremonia empieza con un discurso por parte de un maestro espiritual que ha llegado desde Australia. Luego, entran en escena las danzantes que cuentas historias con las manos. Es la danza Bharatanatyam. Los movimientos son llenos de energía y con mucha elegancia. Pero a pesar de lo atractivo del espectáculo se percibe que todos están ansiosos del evento central, que es el canto y alabanza al señor Chaitanya.



Se puede escuchar la lluvia en el exterior y algunos devotos me cuentan sobre el día en que nació la divinidad a la que todos están venerando. “Fue un día de luna llena y ello significa que los tiempos no son auspiciosos. Pero se volvió auspicioso gracias al nacimiento del señor Chaitanya”, cuenta el más atrevido de los devotos, y además me dice que los bailes y los cantos son propios de nuestra naturaleza, pero tenemos que canalizarlos hacia nuestro creador.



Sin darme cuenta, en poco tiempo me veo saltando y aplaudiendo al ritmo de los cánticos. La energía se apropia de mí y me vuelve partícipe del ritual. Luego de casi una hora de baile ininterrumpido la ceremonia termina para dar paso al gran banquete. Los platos vienen y vuelven a venir hasta saciar el hambre de todos los visitantes que, al parecer, vinieron especialmente para esto. La mayoría de ellos devotos. Otros como yo, tan solo extraños y curiosos. Una vez satisfechos, todos parten del lugar. Quizás respondan a lo que me dijo un devoto en tono irónico: “Ya comí, que hago aquí”.